Latinoamérica

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Esta crisis antropológica mundial, desde la perspectiva latinoamericana, planteada en las diferentes Conferencias Episcopales, exige dar respuestas efectivas a múltiples situaciones existenciales, en medio de las cuales se debe transmitir el invariable mensaje del Evangelio.


Algunas situaciones que vive la sociedad de América Latina, entre otras, son: el creciente secularismo, una concepción individualista de la espiritualidad, una mentalidad relativista en lo ético, lo moral y lo religioso, el complejo pluralismo religioso que se ofrece, la proliferación de sectas, la difusión de la nueva era, el sincretismo religioso[1] y la religiosidad popular mal entendida.


Al interior de la Iglesia también encontramos algunas dificultades, que pueden resumirse en las siguientes: la pérdida del sentido trascendente de la vida y el abandono de las prácticas religiosas, la disminución de fieles y de vocaciones, la falta de un renovado espíritu misionero (especialmente en el clero), la muerte de fieles sin asistencia de la Iglesia, la falta de fuerza en algunas pastorales (penitenciaria, de menores infractores, situaciones en riesgo, migrantes e itinerantes) y las dificultades económicas en algunas de ellas, el poco ardor, métodos y expresión en la evangelización, el ritualismo, el manejo en la pastoral de un lenguaje desactualizado y alejado de la cultura, el escaso acompañamiento a los laicos en sus tareas de servicio a la sociedad, la dificultad en el diálogo ecuménico e interreligioso, una eclesiología y espiritualidad contrarias al Concilio Vaticano II y la falta de coherencia y testimonio de algunos miembros de la Iglesia[2].


La Misión Continental lanzada por Aparecida continúa desarrollándose en América Latina con el anhelo que la Iglesia tiene de vivir un nuevo y permanente Pentecostés, que aliente la Nueva Evangelización. Sin embargo, los discípulos misioneros que enfrentan los anteriores desafíos no están exentos de caer en algunas tentaciones que el Papa Francisco describió, tales como: la ideologización del mensaje evangélico, el reduccionismo socializante, la ideologización psicológica, la propuesta gnóstica, la propuesta pelagiana (se busca una solución sólo en la disciplina, en la restauración de conductas y formas superadas que, incluso culturalmente, no tienen capacidad significativa, con tendencias exageradas que buscan recuperar el pasado perdido), el funcionalismo y el clericalismo[3].


[1] Cfr. DA No. 100.
[2] Ibid.
[3] Cfr. Francisco. (2013). Discurso Encuentro con el Comité de Coordinación del CELAM.