DISTINTAS GENERACIONES, UN MISMO EVANGELIO

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Autor: Sérgio Brandão

Fecha: Agosto 13 de 2015

En: Centro de Estudios Católicos

Cada ser humano tiene una manera propia de aproximarse a la realidad, a sí mismo, a sus propios anhelos, tiene sus propias formas de expresión y de relacionarse con los demás y con Dios. Esta manera es única y personal. Pero también si miramos estas formas y expresiones en lo colectivo podemos encontrar algunas características comunes de una generación o cultura que van generando una especie de patrón que ayuda a comprender la historia, sea el pasado como el presente. Estas manifestaciones no determinan -en sí- a la persona y tampoco la reducen a una manera de pensar específica, sino que ayudan a comprender la riqueza particular de un período o de un grupo específico, sus valores, inquietudes y manifestaciones.

Los avances tecnológicos son un ejemplo concreto de estas formas que tiene el hombre de relacionarse con la realidad toda. Es un proceso dinámico, que va cambiando a lo largo del tiempo, afectando incluso la calidad, la cantidad y las formas de estas relaciones.  Son estas diferencias las que producen cambios en la vida de un conjunto de personas que permite clasificarlas según ciertas costumbres, anhelos y expresiones culturales, especialmente entre los jóvenes. Particularmente en el mundo laboral y del marketing se suelen usar categorías generacionales cómo: “La generación Grandiosa”, “La Generación Silenciosa”, los “Baby Boomers”, la “Generación X”, “Generación Y” y “Generación Z”. Veamos a grandes trazos algunas de las manifestaciones de estas generaciones:

“Baby boomers”: hace referencia al gran incremento de la población mundial que fue posterior a la Segunda Guerra mundial y que, en una traducción libre del inglés, significa: “explosión de bebes”. Comprende a las personas nacidas desde el final de la Segunda Guerra hasta inicios de la década de los 60. Los hippies, con su lema “paz y amor”, son una manifestación de cómo estos jóvenes se expresaban. Eran optimistas y tenían una visión distorsionada como consecuencia de un mundo arrasado por las guerras. Para ellos era importante la necesidad del consenso como un criterio de acción y la presencia de fuertes compensaciones como la droga y el libertinaje sexual.

La llamada “Generación X”, estaría conformada por las personas que nacieron entre mediados de los 60s hacia el inicio de los 80s, y experimentaron una mejora en la calidad de vida (como en todas las otras generaciones, ciertos patrones sólo hacen referencia a aquellos que en la sociedad tienen mejores recursos y buenas condiciones de vida, casi olvidando por completo a los menos privilegiados  y oprimidos). Por esta época empieza a surgir con fuerza el internet y el bombardeo del  consumismo, ambas características estarán presentes en las próximas generaciones.

En la “Generación Y” se agrupa a las personas nacidas entre inicios de la década del 80 hasta mediados los 90. Crecieron sin ninguna gran guerra, el muro de Berlín estaba cayendo, el comunismo ya no tenía la misma fuerza de antes y el liberalismo estaba ganando terreno. El liberalismo económico, moral y social se hizo muy fuerte. La globalización se hizo realidad gracias a los medios de comunicación, la educación se tornó más sofisticada y la televisión un objeto central en casi todas las casas. No existe el mismo compromiso laboral como en generaciones anteriores, ni los esfuerzos a largo plazo. En el ámbito social no saben relacionarse con la autoridad, quieren aprender pero saben que ya tienen cosas que aportar y sus relaciones suelen ser de igual a igual. Son autosuficientes y emprendedores conectados con todo el mundo. Un consultorio de marketing brasilero, BOX 1824, haciendo un análisis de la juventud, afirmaba que estos son el principal agente de las protestas sociales en Brasil, demostrando que la política es otro interés de las generaciones Y y Z, ya que estos jóvenes son “puentes”, es decir conectan personas a ideales.

Por “Generación Z” entendemos, a grande rasgos, a los nacidos entre mediados de la década de los 90s hasta el día de hoy. Tienen muchas semejanzas con la “Generación X”  e “Y” pero nacieron totalmente inmersos en un mundo “2.0”: están hiper-conectados. La tecnología es para ellos algo natural así como el consumismo. Las distancias son relativas, pues siempre pueden mantener en contacto con los que viven lejos, aunque muchas veces están desconectados de la realidad a su alrededor. Su horizonte de conocimiento es muy alto pues ahora cuentan con herramientas como Google, YouTube y Wikipedia pero con el  riesgo de la pérdida de contacto con lo real. La pantalla es su ventana al mundo, pero no salen de sus casas. Las nuevas formas de comunicarse, como Facebook, permiten que una persona esté conectada a otros muchos “amigos”. Este “ser amigo” no es el mismo concepto que para las generaciones anteriores, pues ser amigo antes exigía tiempo, cultivo, contacto, compromiso y en esta nueva generación de amigos la interacción se reduce a un simple “like” o un “share”. Este dato nos da una clave para comprenderlos: están muy dependientes de la aprobación para los demás. Son la “generación abrazo”, pues han recibido aprobación en su vida y están buscándola constantemente. Un “like” no es una circunstancia sino una necesidad. Tienen sueños, y no creen que su realización venga del éxito laboral sino de la realización de sus anhelos, el dinero no es más lo más importante (quizás sí la fama) pero para ellos sus anhelos o “creencias” no pueden ser ignorados, si bien pocas veces están fundados en un sentido real y sólido.

Estos rasgos sociales generales de la juventud, como hemos dicho anteriormente, no determinan a las personas, y tampoco reducen los contextos y las circunstancias actuales. No podemos olvidar especialmente a todas aquellas personas que sufren guerras, persecuciones, hambre, problemas de salud y viven con pocos recursos y que no son considerados dentro de estas categorías generacionales. Pero una buena parte de la sociedad y en general los que hacen más “bulla” son estas últimas generaciones ya que su influjo en la sociedad es mayor. Actualmente las grandes empresas cuentan con numerosos estudios acerca de las inquietudes de las generaciones “Y” y “Z” porque quieren vender ideas y productos y plantear sus estrategias según las necesidades de esos grupos.

Como católico pienso que estas categorías generacionales nos ayudan a tener en cuenta los desafíos propios de cada generación y nos dan algunas consideraciones que tenemos que tener en cuenta para poder evangelizar mejor la cultura en la cual vivimos. Por otro lado creo que estas categorías no pueden llevarnos a perder de vista la centralidad de la persona. El Papa Juan Pablo II nos recordaba que “el hombre es el sujeto óntico de la cultura”. La Iglesia, experta en humanidad, presta una atención particular a cada persona como creador de cultura. En este sentido, nos dice el Beato Pablo VI en la Evangelii Nutiandi n. 20 “lo que importa es evangelizar…la cultura y las culturas del hombre… tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios”. Por lo tanto mirar a estos estudios es de gran utilidad al momento pues es necesario entender al hombre para poder conducirlo hasta su anhelo último que es Dios. Después de este breve recorrido, como católico, creo que es importante señalar la misión de la Iglesia de llevar la buena nueva a todos los pueblos, no se trata de anular ni mutilar a la cultura y al hombre sino de transformarlos a la luz y medida del Evangelio. La Iglesia, que es experta en humanidad, indica el camino y ayuda al hombre a encontrar el sentido auténtico de la vida, de la plena realización y felicidad desde su realidad concreta y situada.

© 2015 – Sérgio Brandão para el Centro de Estudios Católicos – CEC

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