MOVIMIENTO DE LOS FOCOLARES: CAMERÚN Y NUEVA EVANGELIZACIÓN

Autor:            Líderes de Fonjumetaw (Camerún)

Fecha:           30 marzo 2017

En:                 Página Web de los Focolares

 

El Movimiento de “Los Focolares” nace en 1943, en Trento, cuando Chiara Lubich y sus primeras compañeras descubren el evangelio, la fraternidad y la confianza en plena Guerra Mundial. Desde los barrios más pobres, nace una espiritualidad centrada en el amor, la renovación espiritual y social: le llamarán espiritualidad de la unidad, comunitaria. Busca destacar lo bueno común en otras culturas y religiones, y así trabajar por la unidad con diálogo fecundo. El Movimiento se articula en 18 ramas: jóvenes y adultos, niños y adolescentes, familias y sacerdotes, religiosos y religiosas de distintas congregaciones y hasta obispos… Cuenta con más de dos millones de asociados y simpatizantes en las diversas ramas. Los Focolares promueven en el campo de la cultura la Escuela Abbá para la elaboración de una cultura renovada; en el de la Economía, el proyecto para una Economía de Comunión en la que están comprometidas más de 700 empresas; ciudadelas de testimonio, obras sociales, casas editoriales y revistas. Hay unas 20 pequeñas ciudadelas, algunas con sus fábricas y polígonos, llamadas Mariápolis permanentes, que son ciudades-boceto de una sociedad nueva, basada en la comunión de bienes culturales, espirituales y materiales.

En el año del Jubileo de la Misericordia, nuevo impulso evangélico por parte de los líderes de Fonjumetaw (Camerún). La relación de fraternidad con los Focolares cumple 50 años.

«Hemos renovado el pacto y prometido continuar viviendo en el espíritu de amor, unidad y paz que cambió nuestras vidas». Así escriben los Chief (jefes) del reino de Fonjumetaw, pueblo situado en la selva camerunense, quienes se reunieron el 5 de marzo pasado junto a sus comunidades, en la carta que enviaron a María Voce, presidente  del Movimiento de los Focolares.

Casi 200 personas estuvieron presentes en una cita que se enmarca en la historia de este pueblo. Un vínculo fuerte une a la vasta región tropical en torno a Fonjumetaw y Fontem, donde, en 1966 llegaron, por primera vez, dos focolarinos médicos que ayudaron a la población local en su lucha contra las enfermedades que causaban una altísima mortalidad infantil. Hace cincuenta años, el pueblo Bangwa fue salvado del riesgo de extinguirse.

En el pasado mes de septiembre los Fon (jefes tradicionales de los pueblos de la región africana) se dirigieron a Roma para celebrar el Jubileo de la Misericordia y para rendir homenaje a Chiara Lubich (“Mafua Ndem”, Reina enviada por Dios, así la llaman), delante de su tumba en el Centro Internacional de los Focolares en Rocca di Papa. La delegación africana participó también en la plaza San Pedro en el encuentro con el Papa Francisco y se encontró con la actual presidente del Movimiento de los Focolares, María Voce y el copresidente, Jesús Morán.

A partir del Jubileo se despertó en ellos un renovado impulso hacia la Nueva Evangelización, consolidando los vínculos de fraternidad que hoy estos pueblos tratan fuertemente de vivir. El encuentro del 5 de marzo tuvo este significado. El Fon contó sobre su “peregrinación” a Roma con los otros Fon de la zona, con el obispo Andrew Nkea Fuanya y el obispo emérito, Francis Teke Lysinge. Los invitó a todos a dar un paso nuevo en el camino de fraternidad e instauró “un año de reconciliación”. Todos aceptaron con alegría. Y en un clima de fiesta, los jóvenes, los adultos y los niños se intercambiaron un abrazo que selló este compromiso.

Uno de los Chief presentó el “dado del amor”. Después lo lanzó al aire. La frase que apareció fue “amarnos mutuamente”, fue una confirmación, también en el juego, del compromiso que cada uno quería asumir.

Luego se presentaron algunas experiencias y representaciones teatrales sobre los seis puntos del arte de amar. Uno de los Chief contó una fuerte experiencia: desde hacía muchos años que no perdonaba a una persona por un episodio por el cual se había sentido ofendido, pero, después de haber escuchado la invitación del Papa a perdonar y olvidar, en el año de la reconciliación, logró hacerlo.

Como conclusión, un momento de fiesta con el Fon y la Mafua (la Reina) y todos los Chief, los Notables y los focolarinos. La Mafua contó sobre sus encuentros con Chiara en el 2000, en ocasión de su visita a Camerún, de la “peregrinación” de la delegación de 40 personas al Centro del Movimiento de los Focolares de Roma, y del deseo de expandir la vida de “Mamá Chiara” en su pueblo.

La carta de los Chief a Emmaús, 17 años después de la última visita de Chiara a estas regiones, confirmó el compromiso y el deseo de todos.

Estos encuentros de Nueva Evangelización continuarán. Por este motivo el Fon de Fonjumetaw confió a uno de los Chief la tarea de ocuparse de organizarlos. El próximo se realizará el 2 de abril.

Camerún, una escuela de ‘nueva evangelización’

Sucedió en Akum, en el Camerún anglohablante, en la frontera con Nigeria. En el corazón de África, un pueblo completo que descubre que el Evangelio cumple sus promesas.

Una escuela del Evangelio: una cita que se repite cada dos meses y que involucra a todo el pueblo, incluido el párroco y el Fon, el rey, la autoridad del lugar. ¿El programa? Profundizar un versículo del Evangelio, captando las facetas que se aplican mejor a la vida cotidiana, para tenerlo como hilo conductor hasta la próxima reunión. En cada reunión, dentro del espíritu de comunión, tratan de compartir cómo lograron ponerlo en práctica y se dan recíprocamente nueva fuerza para ir adelante con el experimento. Esta dinámica, comenzada en Fontem– la ciudadela de los Focolares de Camerún- por voluntad del Fon se reproduce también en Akum, otro pueblo de Camerún. En el comienzo, la participación es sobre todo femenina. Pero poco a poco participan cada vez más los hombres, quienes están realmente impresionados (aunque no lo admiten abiertamente) del cambio de las esposas. Tratemos de captar algo de sus propios relatos.

«Me llamo Suh Nadia – dice una chica-. Con algunos compañeros de escuela nos pusimos de acuerdo para unirnos a la oración mundial de los jóvenes de los Focolares que se llama Time-out. Al principio éramos seis, luego doce. En determinado momento lo supo el director, quien me llamó a la dirección. Pensaba: ahora nos va a castigar porque por algunos minutos interrumpimos el estudio. Me llené de valor y traté de explicarle la importancia que tenía esta oración. De hecho, aunque en Camerún hay paz, existen muchos países alrededor que están sufriendo por la guerra, por lo tanto debemos rezar por ellos. El director, después de haberme escuchado, me agradeció y me dijo que se ocuparía de modificar el horario de las clases para que todos los estudiantes puedan unirse a nosotros».

Ahora toma la palabra Evangeline: «Yendo a casa de mi tía, me di cuenta de que los vecinos maltrataban a una chica que estaba con ellos, que, para escapar, se había ido a dormir a la iglesia. Mientras la acompañaba a su casa el párroco trató de convencer a la familia para que la trataran bien. Pero apenas se fue el párroco, los dos comenzaron a gritarle. Ella lloraba fuerte. Me acerqué a ella, la escuché con amor y decidí hablar con su familia. Aunque mi tía me desanimaba, yo pensaba en lo que nos dice el Evangelio y entonces al día siguiente fui a conversar con esta familia. La señora me dijo que ella no era hija de ellos, sino que era una joven que trabajaba con ellos como enfermera. “Precisamente porque ella los ayuda – dije- tendrían que tratarla como a una hija”. La mujer no me prestaba atención pero el marido sí me escuchaba: “¿Quién eres?”, me preguntó, “¿Quién te envía?”. Cuando supo que había ido a esa casa por mi propia iniciativa, me agradeció y me prometió que no la iban a maltratar más. Después viendo que la chica no tenía casi nada de ropa para ponerse, le llevé algunos vestidos míos».

Verónica normalmente cocina también para su suegra. Un día la suegra le dice que por un problema en los ojos no logra ni siquiera ver lo que come y que tal vez sea mejor que no le lleve más la comida. Verónica consigue una consulta en el hospital y la noche anterior va a dormir con ella. En esa ciudad viven dos hijos de la señora, pero ellos no manifiestan interés por su madre. Los médicos deciden operarla enseguida y así Verónica, a pesar de sus compromisos de trabajo, se queda con ella en el hospital durante una semana. Volviendo a casa, ni siquiera los otros hijos de la señora se preocupan por su madre, de modo que Verónica sigue yendo a cuidarla y le lleva comida, sin importarle que los hijos van a ver a la madre sólo cuando está ella para aprovechar también ellos de la comida. «Es la cuarta vez que vengo a estas reuniones de ‘nueva evangelización’ – concluye Verónica- sólo trato de poner en práctica lo que aprendo aquí».

«Me quedaban solo 2000 francos cameruneses (frs) (unos 3 euros) y tenía que hacer las compras», cuenta Marie refiriéndose a la frase del Evangelio ‘Den y se les dará’. «Para ahorrar había ido al mercado que queda lejos, a seis millas. Me habían quedado 700 frs. Cuando, ya de regreso, me di cuenta de que no había comprado aceite. Decidí comprarlo cerca de mi casa: mis 700 frs me iban a alcanzar justo. Estaba por cruzar la calle cuando una chica me tocó el hombro y me pidió que la ayudara a comprar unas especias. Una voz dentro de mí me dijo: ¡dar!. Así fue que le pagué las especias: 250 frs. Con lo que me quedaba podía comprar medio litro de aceite. Pero un hombre que conozco me pidió que le comprara la sal: eran 100 frs. Finalmente se me acercó un muchacho y también él me pidió que le pagara las especias: otros 200 frs. Miré la plata que me quedaba en la mano: ya no me alcanzaba para comprar el aceite. Volviendo a casa le pedí a mis hijos que calentaran los recipientes para ver si salía todavía un poco de aceite, pero estaban completamente vacíos. Entonces les dije que fueran a la tienda a preguntar si nos podían dar un poco de aceite a crédito, pero no tenían. Tampoco mi vecina tenía para prestarme. ¿Cómo iba a hacer para cocinarle a mis hijos? En ese momento llegó el hijo de una querida amiga mía con una canasta en la cabeza. “Vine a verte”, me dijo, “Mi madre no pudo visitarte por la muerte de tu madre y ahora ella te manda esta canasta”. La abro y había nueces de coco, pescado seco y …. 5 litros de aceite!»

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