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Ecología Humana y Agroecología

La ecología integral que enmarca a la ecología humana

El Observatorio de Investigación del Centro Fuego Nuevo le realizó una entrevista al señor Alirio Cáceres Aguirre, sobre el tema de la “Ecología Humana”, una mirada desde los criterios de la Nueva Evangelización.

Alirio Cáceres Aguirre es un diácono permanente de la Arquidiócesis de Bogotá, casado, padre de tres hijos. Ingeniero Químico, especialista en Educación, Magister en Teología, su vocación específica es el diálogo entre Ecología y Teología. Fundó en 2002 el equipo de investigación “ECOTEOLOGIA” en la Pontificia Universidad Javeriana, donde laboró entre 1998 y 2014. Actualmente es el referente del programa de Ecología Integral del CELAM y CARITAS de América Latina y el Caribe, hace parte de la directiva del Movimiento Católico Mundial por el Clima (MCMC), coordina la MESETI (Mesa Ecoteológica Interreligiosa de Bogotá) y es el Animador Arquidiocesano para el cuidado de la Creación.

Pregunta No. 1: ¿Qué es la Ecología Humana desde la Laudado Sí’ y el enfoque del programa de Ecología Integral del CELAM y CARITAS de América Latina y el Caribe?

El Papa Francisco en la Encíclica Laudato si´ sobre el cuidado de la casa común, da un viraje a la noción que usualmente se maneja con el término “ecología”. Por lo general, la gente asocia ecología con lo “verde”, lo relaciona con la flora y la fauna sin incluir al ser humano y mucho menos a Dios. En la encíclica, el Papa propone una ecología “integral” que implica considerar las dimensiones de una ecología ambiental, económica, social, cultural y de la vida cotidiana (capítulo 4), con dos principios éticos (el bien común y la justicia intergeneracional) y una espiritualidad que corresponde a la vivencia de Dios de San Francisco de Asís, a quien considera un excelente ejemplo del “cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad.” (LS 10)

En este orden de ideas, la Ecología Humana debe comprenderse dentro de la Ecología Integral, dado que todo está conectado (LS 91, 138, 240), todo está relacionado (LS 70,120,142), los seres humanos no vivimos aislados, hacemos parte de la familia de Dios, somos creación suya y tenemos una inmensa responsabilidad para convertir esta casa común en un hogar común. La misión es que todo lo creado camine cantando ¡Laudato si´! alabando a su Creador. De ahí que en los capítulos finales de la encíclica se insista mucho más en la expresión “Ecología Humana” pues a través del diálogo y el ejercicio de la política (capitulo 5) y de la educación ecológica logremos una conversión integral y radical para vivir una espiritualidad que sea el reflejo de una cultura del cuidado que sustituya la cultura del descarte y de la muerte prematura.

Este es un giro muy profundo que caracteriza el planteamiento epistemológico de la encíclica, pues supera un antropocentrismo desviado, despótico e irresponsable. “El fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios, en una plenitud trascendente donde Cristo resucitado abraza e ilumina todo. Porque el ser humano, dotado de inteligencia y de amor, y atraído por la plenitud de Cristo, está llamado a reconducir todas las criaturas a su Creador” (LS 83) Incluso el Papa afirma que “Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación” (LS 89). Por eso es fundamental tener en cuenta que “No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología” (LS 118) …”no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano” (LS 119). No se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás personas y con Dios. En este sentido, abordar la cuestión ecológica implica ahondar en el talante moral del ser humano y su evolución espiritual, indagando por el significado e implicación del desarrollo y la búsqueda de un buen vivir, según el querer de Dios.

Pregunta No. 2: ¿A qué retos y desafíos responde el tema de la Ecología Humana?

De lo anterior, se deriva el inmenso reto de comprender la vida humana dentro de la complejidad del universo creado y en correlación con la gravedad de la crisis ecológica. Todos los atentados en el ciclo de vida, desde la concepción hasta la tumba, interpelan la mirada desde la ecología integral. El aborto (LS 120), las falsas dialécticas antropológicas (LS 121), el relativismo práctico (LS 122), la explotación sexual, la trata de personas, el narco tráfico (LS 123), la perdida del valor del trabajo (LS 124), los ámbitos educativos como la familia, la escuela, los medios de comunicación (LS 213), la lucha frente al consumismo obsesivo (LS 203),la incidencia ciudadana frente a la corrupción (LS 179), el profetismo  y discernimiento frente  a los megaproyectos (LS 185) son algunos de los escenarios de dicho replanteamiento que se describe con la promoción de una ecología humana.

Pregunta No. 3: ¿Cómo se puede leer la Ecología Humana desde las líneas y criterios de la Nueva Evangelización?

En el Magisterio del Papa Francisco hay tres pilares que se articulan; La exhortación “Evangelli Gaudium”, la encíclica Laudato si´ y la convocatoria a la Asamblea Especial del Sínodo de la PanAmazonía.  Hay un énfasis en recuperar la alegría del Evangelio, con una actitud de alabanza hacia el creador y un reconocimiento a nuestra condición humana ligada a la territorialidad. No solo “somos tierra” (LS 2) sino que nuestra historia personal está ligada a los espacios geográficos (LS 84), el ambiente está ligado a nuestra identidad (LS 147).  La Nueva Evangelización no puede hacer caso omiso de la promoción humana y esto no se logra sin tener en cuenta los aportes de la Ecología Integral propuesta en Laudato si´. Es decir, la dimensión social de la Evangelización expresa una conversión ecológica, que “implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana”. (LS 217)

Pregunta No. 4: ¿Qué acciones y testimonios puede evidenciar que se están realizando en enfoque de Nueva Evangelización desde el programa de Ecología Integral del CELAM u otros espacios que usted conoce?

El Movimiento Católico Mundial por el Clima ha propuesto el lema “Vive Laudato si´”. No se trata tan solo de leer o estudiar la Doctrina Social de la Iglesia en lo que concierne a la ecología, sino que se trata de asumir un estilo de vida en el que sean” inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (LS 10). En este marco hay interesantes estudios entre la relación de Laudato si´ y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ONU), muchos aportes para el tejido de redes territoriales como la REPAM en la Amazonía, la REMAM en Mesoamérica, la REBAC en el río Congo, la REICOSUR en el Acuífero Guaraní y los glaciares del cono sur. Incluso en Colombia se están dando pasos hacia la Red Eclesial de la Cuenca del Río Bogotá con el concurso de nueve diócesis. En ese escenario, la Arquidiócesis de Bogotá está implementando el proyecto “Comunidades Eclesiales que cuidan la vida de nuestra casa común”. Nótese que el concepto de base es el de Ecología Integral, pues no hay dos crisis separadas una social y otra ambiental (LS 139), y todo planteo ecológico implica un planteo social que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres. (LS 49)

Entonces lo que se está promoviendo es una conversión de la cultura del descarte a la cultura del cuidado. El descarte reflejado en un mundo que parece un basurero, un inmenso depósito de porquería y en el que tratamos a los seres humanos como “desechables”. Al hablar de “cultura” nos referimos a las relaciones consigo mismo, con los demás seres humanos (especialmente los más pobres y vulnerables), con el resto de la obra creada y con Dios Creador. Eso explica que existan redes contra la trata de personas, para atender los migrantes, para cuidar a la niñez con cero violencias y cien por ciento de ternura, que pretenden proteger la vida de la familia de Dios dentro de la casa común. Lo ecológico ya no es algo verde y externo, sino multicolor e interno, pues busca dar gloria a Dios cuidando la vida de cada uno de los seres de su creación.

Pregunta No. 5: ¿Qué invitación puede hacer para que se animen a realizar acciones pastorales y evangelizadoras desde la Ecología Humana?

No hay porqué tenerle miedo a la Ecología Integral. Es importante enmarcar la ecología humana dentro de esa mirada integral e integradora: “Hoy el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente. Hay una interacción entre los ecosistemas y entre los diversos mundos de referencia social, y así se muestra una vez más que «el todo es superior a la parte» (LS 141). Por todo lo anteriormente dicho, la animación ecológica de la Evangelización implica una capacidad holística de comprender la realidad. Las especializaciones que fragmentan nuestro pensamiento y acción eclesial, están debilitando nuestro potencial transformador como Iglesia. Recientemente el Cardenal Turkson, presidente de nuevo Dicasterio Vaticano al Servicio del Desarrollo Humano Integral, hablaba que la ecología integral implicaba dialogo y que el Papa Francisco había “integrado” los aportes históricos de San Pablo VI, San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI para proponer esa perspectiva amplia sobre lo que acontece en nuestra casa común. Este es el tiempo de las sinergias y alianzas, es el momento de la pastoral de conjunto, del dialogo interdisciplinario, del trabajo interinstitucional, interreligioso e intercultural. No perdemos la referencia a los Derechos Humanos, pero sabemos que ninguna persona puede realizarse plenamente si no cuida responsablemente de la hermana agua y de los bosques, si no valora la vida de los animales y se preocupa por preservar los ciclos vitales de cada territorio. Como el Papa Francisco exhortó a los Movimientos Populares reunidos en Bolivia “Digamos juntos desde el corazón: Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo.” Que la alegría del Evangelio nos mueva a anunciar que Cristo Vive y que por eso crezcamos en conciencia que, en cada abrazo al pobre, al enfermo, al descartado, estamos abrazando la mismísima carne de Cristo. Así, abrazar al prójimo, abrazar al árbol, abrazar la propia historia con misericordia, se convierte en signo de esa presencia renovadora del Amor de los Amores. El rostro de ese Dios Comunidad Preciosa de Amor Infinito, está magistralmente resumido en la Oración Cristiana con la creación, que cierra la encíclica Laudato si´.

Desde esa lógica ecológica (sentido de hogar), promovamos ecoparroquias, colegios sostenibles, universidades sustentables, conventos ecológicos, promovamos ecobarrios y hogares ecológicos, donde se reduzca la huella de carbono, se “desplastifiquen” los eventos, se reduzca el consumo, se reúse y recicle, se reflexione en red.  La ecología integral que enmarca a la ecología humana, nos orientará para que nuestra gestión ambiental no sea un ejercicio meramente técnico, sino que esté impregnado de una espiritualidad de comunión que incluye la lucha por la justicia, la paz y el cuidado de todo lo creado. De este modo podemos “laudatosificar” la sociedad, es decir, condimentar con Laudato si´ cada una de nuestras relaciones cotidianas. Nuestra vida será un altar para alabar a Dios como discípulos misioneros custodios de la casa común, tal como titulan  los obispos del CELAM su carta pastoral sobre ecología integral (http://iglesiasymineria.org/wp-content/uploads/2018/03/CARTA-PASTORAL-CELAM-2018.pdf)

Un ejemplo muy claro y concreto es lo que la Iglesia Católica está planteando en la región amazónica. El Sínodo de los obispos que culminará en octubre con una Asamblea Especial en Roma, van guiando una caminar que no disocia lo social de lo ambiental. Lo que allí sucede, como también en los otros bosques tropicales del cinturón verde de la línea ecuatorial en África y Asia, es un espejo que interpela nuestro modo de vida, tan consumista y depredador. Tal modelo de desarrollo perjudica a los más pobres, frágiles y vulnerables. Si logramos conectar nuestros comportamientos cotidianos con los impactos ambientales que ocasionamos en lugares remotos, seguro podremos renovar la faz de la tierra y nuestros corazones por la acción del Espíritu Santo. Esa bolsa de plástico o botella que va a llegar al mar, o esa chocolatina que utiliza el aceite de palma que deforestó la selva, o esa ropa de marca que lleva el logo del trabajo esclavo de niños y mujeres, son algunos signos que nos interpelan, nos mueven a la conversión ecológica, y nos acercan a la experiencia íntima y personal con Jesucristo pues “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Benedicto XVI en Deus Caritas Est, N° 1). La ecología nos ayuda a reconocer nuevos lugares teológicos para ese encuentro con el Dios de la Vida. El aporte de una pastoral ecológica o de la animación ecológica de la Evangelización, es contribuir a entrar en comunión con el Misterio del Dios Todoamoroso. No es repetir acciones ambientalistas de ONG o el Estado, sino crecer en el cuidado de lo creación como una caricia, un don, una tarea que Dios mismo nos comunica en su inmensa bondad.