Consejo Episcopal Latinoamericano

La Primera Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe se reunió en Río de Janeiro en 1955. Como se anotó anteriormente, el Papa Pío XII, en su discurso inaugural, invitó a los obispos a asumir métodos de apostolado consecuentes con el tiempo actual.

En la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe realizada en Medellín[1] en 1968 se habló de una “re-evangelización” propuesta como purificación del rostro de la Iglesia ante el mundo; además se propuso: “Alentar una Nueva Evangelización y catequesis intensivas que lleguen a las élites y a las masas para lograr una fe lúcida y comprometida”[2]. Las prioridades para esa Nueva Evangelización que se apuntaron en esa ocasión fueron: opción preferencial por los pobres, por la educación, por una nueva cultura de la vida y por una renovada evangelización.

En 1979 se reunió la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Puebla, en la que se afirmó que la evangelización solamente es verdadera si se hace en el nombre de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, se predica su doctrina, su vida, su Reino y sus promesas. En este documento, la Nueva Evangelización[3] se presenta como respuesta [u1] de la Iglesia al mandato de Cristo en relación a las nuevas situaciones que nacen de los cambios socioculturales. Se plantearon, además, varias preguntas para asumir la perspectiva de evangelización que en ese contexto se necesitaba[4].

En octubre de 1992, en el marco del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, se congregó la Cuarta Conferencia General del Episcopado de América Latina y del Caribe en Santo Domingo[5]. En el discurso inaugural el Papa San Juan Pablo II dijo: “nos hemos sentido animados por un impulso alentador para una renovada y más eficaz acción pastoral (…). A ese proyecto global que auspicia un nuevo Pentecostés, se le da el nombre de Nueva Evangelización”[6].

El documento de las conclusiones explica que hablar de Nueva Evangelización es reconocer que existió una primera, hace más de 500 años; esto no quiere decir que dicha evangelización haya sido infructuosa sino que hoy hay nuevos y urgentes desafíos a los cuales los cristianos deben responder. Del Evangelio de siempre, el único, surgen nuevas luces para los nuevos problemas. En América Latina se deben aprovechar los valores que dejó la primera evangelización y corregir las deficiencias, así la Nueva Evangelización se convierte en respuesta en un continente en el que se da un divorcio entre fe y vida y se producen situaciones de injusticia, desigualdad y violencia[7].

La Nueva Evangelización es operativa y dinámica, es un llamado a la conversión, a la esperanza y a la inquebrantable certeza de la Resurrección de Cristo. Las tres características esenciales que debe tener, mencionadas en Haití, se describieron en Santo Domingo así:

Nueva en su ardor (…) que supone una fe sólida, una caridad pastoral intensa y una recia fidelidad que, bajo la acción del Espíritu, genere una mística, un entusiasmo incontenible en la tarea de anunciar el Evangelio y capaz de despertar la credibilidad para acoger la Buena Nueva de la Salvación. Nueva en sus métodos (…) donde se ha de emplear, bajo la acción del Espíritu creador, la imaginación y creatividad para que de manera pedagógica y convincente el Evangelio llegue a todos. Ya que vivimos en una cultura de la imagen, debemos ser audaces para utilizar los medios que la técnica y la ciencia nos proporcionan, pero que hagan llegar el Evangelio al centro de la persona y de la sociedad, a las raíces mismas de la cultura. Nueva en su expresión (…) con un lenguaje que haga más cercano el mismo Evangelio de siempre a las nuevas realidades culturales de hoy, que permitan evangelizar los ambientes marcados por la cultura urbana e inculturar el Evangelio en las nuevas formas de la cultura adveniente. La Nueva Evangelización tiene que inculturarse más en el modo de ser y de vivir de nuestras culturas, teniendo en cuenta las particularidades de las diversas culturas, especialmente las indígenas y afroamericanas”[8].

Este esfuerzo de la Iglesia “convoca a todos los fieles (…) pero, especialmente, a (…) los laicos y entre ellos a los jóvenes como protagonistas. Un laicado, bien estructurado con una formación permanente, maduro y comprometido, es el signo de Iglesias particulares que han tomado muy en serio el compromiso de la Nueva Evangelización”[9].

En mayo de 2007, en la ciudad de Aparecida, Brasil, se reunió la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe[10]. En ella los obispos propusieron que la evangelización debe llevarse a cabo con valentía, decisión y creatividad, con un enfoque de conversión pastoral, renovación parroquial y frutos de comunidades y movimientos evangelizadores y misioneros, donde los laicos se integren al trabajo pastoral. Igualmente, cuestionaron la manera en la que se realiza la educación en la fe y el crecimiento de la vida cristiana; de manera reiterativa afirmaron la necesidad de ofrecer una modalidad efectiva y atractiva de iniciación cristiana que marque el rumbo de la Nueva Evangelización[11]. En una evaluación exhaustiva, basada en las realidades eclesiales, los obispos afirmaron: “percibimos una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones”[12]. Como resultado de esta Conferencia en Aparecida, los obispos determinaron que “La misión continental (…) es la modalidad actual que realiza la Nueva Evangelización en el continente de la esperanza”[13].

El CELAM, al servicio de la evangelización, ha velado durante casi 60 años por el cumplimiento de su objetivo principal: “Promover (…) la vida plena y la comunión misionera mediante el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, para vivir un auténtico discipulado misionero que responda a la vocación recibida y que, en este tiempo de Nueva Evangelización, comunique a Jesucristo, Palabra del Padre hecha hombre, por desborde de gozo y gratitud y en fidelidad a la acción del Espíritu Santo[14]“, y rescatar el protagonismo de los obispos como agentes responsables de promover una Nueva Evangelización en todos los niveles de la pastoral.


[1] DM cita la palabra “evangelización” 25 veces.

[2] DM Mensaje a los pueblos de América Latina, Mensaje 6, p. 20.

[3] Cfr. DP No. 366. DP cita la palabra “evangelización” 150 veces.

[4] Ibid, No. 341.

[5] SD cita la expresión “Nueva Evangelización” 74 veces.

[6] Ibid, Discurso inaugural, 6 y 7.

[7] Ibid, No. 24.

[8] SD Nos. 28, 29 y 30. La cursiva es nuestra.

[9] Cfr. SD Nos. 30 y 103.

[10] DA cita la expresión “evangelización” 59 veces y “nueva evangelización”, 3 veces.

[11] Cfr. DA 287 y 307.

[12] Ibid. No 100. lit c.

[13] Ouellet, M. et al. (2012). p. 7.

[14] Mendes, V. H. (s.f.).