UNA REFLEXIÓN SOBRE “CATEQUESIS Y NUEVA EVANGELIZACIÓN”

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Asunto:          Entrevista que realiza el Observatorio del CEFNEC al Padre

Miguel López

Fecha:             2 de Noviembre de 2016

Tema:             Catequesis y Nueva Evangelización

1.      Una breve presentación de Miguel López

Sacerdote diocesano de Archidiócesis de Santiago de Compostela desde el 2005. Licenciado en Teología Fundamental (Universidad Santiago de Compostela – Salamanca) y en Catequética y Pastoral Juvenil (Pontificia Universidad Salesiana de Roma); doctorado en esta última Universidad en Teología Catequética con especialidad en Educación y Pedagogía de adultos.

Actualmente es párroco de Santa María de Figueiras (Santiago), Delegado Diocesano de Catequesis en esta Diócesis, profesor de diversas materias del área de evangelización, pastoral y catequética en los diversos centros diocesanos de Teología y Ciencias Religiosas. Colabora desde el 2015 en el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (PCPNE) ocupándose, sobre todo, de los aspectos relativos a la catequesis en su relación con la nueva evangelización.

2.      ¿Qué es para usted la Nueva Evangelización?

Ante todo, la Nueva Evangelización (NE) es la conciencia a la que las Iglesias de tradición cristiana centenaria, sobre todo de la Cristiandad Occidental,  han alcanzado en las tres últimas décadas, y gracias a los últimos Papas (san Juan Pablo II y Benedicto XVI), de la necesidad de retomar el impulso o tensión misionera ad intra de las propias comunidades; es decir, de volver a sentir la necesidad de evangelizarse y de evangelizar; por lo tanto, de volver a sentir el Evangelio como una “Buena nueva” (“nueva” porque es noticia fresca, y “buena” porque es algo positivo que ayuda, beneficia, complace; alegra y da gozo); y así dejarse re-novar por él y, consecuentemente, salir a llevarlo y compartirlo con quien no lo conoce.

Todo ello ha generado un estilo de “Iglesia en Salida”, tomando las palabras del papa Francisco, y una gran cantidad de métodos y prácticas denominadas de NE centradas, sobre todo, en el primer anuncio y el kerigma.

En síntesis, NE se trata de asumir y poner en marcha en las viejas Iglesias, algunas de las cuales han sido fundadas hace dos milenios, las hermosas palabras que el beato Pablo VI dejó escritas en la “Evangelii Nuntiandi”: “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN, 14). Por ello, aunque las Iglesias de cristiandad han redescubierto esta exigencia que proviene del Señor (cf. Mt 28, 19-20), en realidad es la Iglesia entera la que la vive: porque la Iglesia ha de estar siempre en estado de evangelización continua. Y por las circunstancias cambiantes en que se encuentra, toda ella es consciente de encontrarse en una “nueva etapa evangelizadora”, como gusta decir el Papa Francisco. Así pues, la evangelización se ha convertido en el gran proyecto, nunca tan católico como ahora, que une a todas las Iglesias católicas del mundo en una misma misión.

3.      ¿Cuáles son los retos y desafíos de la Catequesis en la Nueva Evangelización?

En el Catecismo de la Iglesia Católica se encuentran unas palabras que muchas veces pasan desapercibidas, quizá porque están en el Prólogo, pero que constituyen todo un desafío y reto para la catequesis. A mi modo de ver, el más grande para este momento. Dice así: “Los periodos de renovación de la Iglesia son también tiempos en los que a la catequesis le corresponde un mayor empeño” (n. 8).

Esta afirmación ha de constituir para la catequesis un fuerte estímulo, diría que hasta una revolución, para asumir de manera determinante la exigencia evangélica de la NE, como siempre ha hecho en todas las etapas evangelizadoras de la Iglesia. Por ello la decisión del papa Benedicto de transferir las competencias de catequesis desde la Congregación para el Clero al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, recientemente creado, se vuelve un gesto profético y todo un estímulo.

El reto más importante para la catequesis, por ello, ha de ser el de descubrir y discernir cuál es ese “empeño” que está llamada a asumir. Es entonces cuando los desafíos específicos que tiene que afrontar se vuelven oportunidades, y por lo tanto, un camino para la catequesis al servicio de la NE.

Entre estos desafíos específicos más importantes, a mi parecer, se encuentra recuperar la capacidad iniciática (o de iniciar) que tiene la catequesis. En tantas ocasiones se ha puesto en tela de juicio esta posibilidad de iniciar a la plenitud de la vida de la fe, pues nuestras catequesis a nivel parte más bien parecen el inicio del fin de la vida eclesial y, a veces, hasta cristiana. Hoy, más que nunca, la catequesis debe recuperar esta vocación y tarea primaria que tiene, estableciendo procesos que sean realmente generativos de la vida de fe, para lo cual, como nos decía en la Evangelii Gaudium el Papa Francisco, ha de potenciarse en la catequesis el aspecto kerigmático, el mistagógico y el del acompañamiento personal en los procesos de crecimiento (cf. EG, 163-173).

Otro de los desafíos, que es una constante de los últimos años, es el reto del mundo de los adultos, sobre todo de los jóvenes adultos. Ésta es la franja de edad con la que encontramos más dificultades pastorales y, sin embargo, es también el tipo de catequesis por excelencia y, por ello, modelo y paradigma de todas las demás catequesis.

Otro reto es la capacidad de contextualización e inculturación de la catequesis. A ella, en modo particular, haciendo tesoro de la Tradición de la fe, le corresponde contextualizarla, y hacerlo con las mediaciones adecuadas al actual contexto socio-cultural. Simultáneamente, ante la nueva cultura a la que pertenecemos, ha de realizar una autentica inculturación de la fe, que pasa por la presentación de la plausibilidad racional de la fe (apologética), a la vez que por una renovación de las mediaciones en las que se expresa (lenguajes, métodos, ámbitos, agentes,…). Y todo para no caer en lo que el papa Pablo VI ha considerado como el “drama de nuestro tiempo”: “la ruptura entre Evangelio y cultura” (EN, 20c).

Por último, por ser el reto más reciente, en este Año Jubilar de la Misericordia el Papa nos ha lanzado un desafío muy grande a la catequesis. En su Bula de convocación, Misericordiae Vultus, el Pontífice señala que en la palabra misericordia “el misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis” (MV, 1), pues en ella se sitúa “el centro de la revelación de Jesucristo” (MV, 25), que “revela el misterio de la Santísima Trinidad”, así como el “ideal de vida” cristiana, el “criterio de credibilidad de nuestra fe” (MV, 9) y, finalmente, “la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia” y su “credibilidad” (MV, 10). A mi modo de ver, estamos ante una fuerte provocación, pues aquí se encuentra una invitación a presentar la “fe de siempre” desde la clave de la misericordia; y, consecuentemente, una llamada a ofrecer una nueva síntesis de la fe, un nuevo catecismo, que partiendo de la clásica estructura se exprese la fe desde esta categoría: los contenidos que hay que creer (fe conocida y profesada), vivir (fe vivida), celebrar (fe celebrada) y testimoniar (fe compartida y transmitida).

La misericordia puede convertirse, en este sentido, en una línea fundamental de la NE y, particularmente, de la renovación de una catequesis al servicio de la misma.

4.      ¿Qué proyectos se están realizado desde el Vaticano para que la Catequesis responda a las expectativas de la Nueva Evangelización?

Querría comenzar indicando cuál es el cometido del PCPNE, como organismo oficial de la Iglesia encargado de la catequesis a nivel de universal. Para ello tenemos que fijarnos en una palabra que está en el largo nombre de este Dicasterio, y que tantas veces eludimos con la pretensión de abreviar. Me refiero a “promoción”.

En efecto, es por ello que todos los proyectos que en este Organismo vaticano se realizan en relación a la catequesis, tanto en ámbito de NE como en otros contextos, tienen que ver con el impulso, la animación, la dinamización, etc. de las tareas que en torno a ella desarrollan las distintas Iglesias locales y sus Conferencias Nacionales; aunque también es cierto que existen algunas competencias específicas, como la aprobación de los catecismos nacionales y la elaboración de algunos documentos eclesiales universales, que dependen directamente del PCPNE. De este modo, nuestra tarea no es “crear” o “realizar” la catequesis que es propia de la NE, sino identificar y discernir, de entre las múltiples formas, metodologías y experiencias que existen, aquéllas que lo sean realmente para así promoverlas.

Concretamente, durante estos años el PCPNE se ha convertido en un gran observatorio de la catequesis a nivel mundial, porque se está dedicado a crearse una panorámica mundial de la catequesis en sus aspectos fundamentales (elementos positivos, problemáticos, retos, perspectivas de futuro,…). Esto se viene realizando a través de una serie de encuentros Continentales con los responsables nacionales para la catequesis de las respectivas Conferencias Episcopales (Europa; Estados Unidos; Latinoamérica y Brasil).

Por otro lado, se están llevando a cabo otros encuentros y seminarios de estudio de diversos temas de la catequesis y de algunos de sus principales Documentos; se atienden a las solicitudes de los patrocinios no onerosos, con los cuales se acreditan que ciertas metodologías catequéticas o de formación catequética que se realizan en ciertas partes del mundo responden a la NE.

A nivel de grandes eventos, junto con los del Año de la fe (2012-13), también el PCPNE se ha encargado de la organización y promoción del Año Jubilar extraordinario de la Misericordia (2015-16). Del mismo modo, para promocionar el Catecismo de la Iglesia Católica, se ha realizado ya en Roma el I Encuentro Internacional de Catequistas (26-29 septiembre 2013), y está programado el segundo de ellos para el próximo año (12-14 octubre). Siendo el 2017 un año de grandes conmemoraciones catequéticas (XXº aniversario del Directorio General para la Catequesis y el XXVº del CCE), además se han proyectado realizar diversos eventos importantes durante el mes de octubre: 9-11, un encuentro en Roma con los miembros de las Sociedades de Catequetas del mundo; el 11 una jornada para conmemorar el aniversario del CCE; y, finalmente, del 20-21, un encuentro sobre Discapacidad y Catequesis.

5.      ¿Qué experiencias de Catequesis usted conoce en calidad de Nueva Evangelización?

Hay muchas experiencias y metodologías de catequesis en el ámbito de la NE. La gran mayoría de estas experiencias poseen una fuerte impronta kerigmática, hasta el punto de que, a veces, llegan a confundirse con un primer anuncio. En otros casos se tratan de experiencias de NE que no son propiamente catequesis, pero que se han desarrollado en su ámbito y han supuesto para ésta la recuperación de algunas dimensiones un poco descuidadas en la catequesis de las últimas décadas, tales como el anuncio de la fe, la narración de la memoria de la fe, el aspecto mistagógico y el catecumenal, etc. Todo ello está suponiendo una gran fuente de renovación de la catequesis.

Por enumerar algunas de estas experiencias, tenemos modelos de catequesis relacionadas con el kerigma y el primer anuncio entre adultos y jóvenes adultos (cena alpha; Los diez mandamientos); con el catecumenado (Discipulado Catecumenal de Adultos); con el ámbito juvenil (LifeTeen, 5+1); con la dimensión bíblica, narrativa y simbólica de la catequesis (Godly play); con su dimensión oracional y espiritual (los oratorios en la catequesis); con la dimensión litúrgica (catequesis mistagógica); con el arte y la vía de la belleza (Piedras vivas, Catechesi con Arte).

Ya en el ámbito propiamente catequístico, hay una serie de “nuevos caminos” muy esperanzadores como la catequesis intergeneracional, la catequesis simbólica, la catequesis del camino (L. Aerens) o la catequesis de toda la comunidad (B. Huebsch)

6.      ¿Cuál es la formación que debe recibir un catequista para desarrollar una catequesis en la Nueva Evangelización?

La formación de los catequistas ha sido y sigue siendo la piedra angular de la catequesis. En ella nos estamos jugando, en gran parte, el futuro de una catequesis adecuada a las exigencias de la NE.

Hoy se requieren catequistas que posean muchas competencias y habilidades, y que en muchas ocasiones sean capaces de ponerlas todas ellas en juego y de manera simultánea en el mismo acto catequístico. Entre las competencias en las que se debería formar un catequista éstas me gustaría señalar las que siguen:

  • Formar para ser un catequista testigo y que, por lo tanto, primeramente haya hecho un camino de elaboración de su propia experiencia personal de fe (“nadie da lo que no tiene y no se puede iniciar en la fe si antes no se ha sido iniciado”). Esto supone formar en las competencias específicas que señalan las actuales teorías de la comunicación, para poder de esta manera anunciar y compartir su experiencia de fe con los demás;
  • catequistas formados en y para la comunidad; es decir, dentro de la comunidad, enriqueciéndose en ella; pero del mismo modo, al servicio de la comunidad, con capacidad de introducir/iniciar en la vida de la comunidad. Por lo tanto, formarlo en el dominio del arte de la empatía y las relaciones interpersonales; del diálogo y de la escucha; del trabajo en equipo, …
  • catequistas formados en el acompañamiento, en el liderazgo y en el arte de la mistagogía; esto es, capaces de acompañar en el camino que lleva al descubrimiento de la entraña del misterio cristiano;
  • un catequista formado en la Palabra de Dios: en su lectura personal y comunitaria; pero también en los procesos, dinámicas y técnicas de comunicación de la misma, con competencias específicas de oratoria, retórica y de narración.
  • Catequistas formados en la espiritualidad de la Iglesia, y en las técnicas de interioridad y discernimiento.
  • Catequistas que conozcan adecuadamente el mundo y los hombres y mujeres de hoy (sus problemáticas, sus aspiraciones, deseos, necesidades,…), y sepan captar y leer los signos de los tiempos.
  • Finalmente, formar a los catequistas en las metodologías y en las pedagogías actuales, así como aquéllas específicas de Dios y de la Iglesia en su tradición (pedagogía divina de la revelación y la fe; pedagogías eclesiales).

7.      ¿Qué opinión le merece la formación de catequistas o de la catequesis a través de internet? pro y contras.

Considero que hay que aprovechar todos los medios de comunicación, también los medios digitales, que el progreso actual está poniendo a nuestra disposición como fruto del ingenio humano. Si en la época de san Pablo hubiesen existido estas autopistas de la comunicación, estoy seguro que él mismo las hubiera transitado del mismo modo que lo hizo por las viejas rutas del momento que, en no pocas ocasiones, casi le cuestan la vida.

Dicho lo anterior, es necesario que, por otro lado, afirmemos que internet no puede substituir en ningún caso un elemento que es fundamental e imprescindible en la formación de catequistas, el trato y las relaciones personales en el proceso de formación: con el maestro catequista, con el resto del grupo de catequistas en formación, con la comunidad de pertenencia y con Dios mismo, sobre todo a través de su Palabra y la vida sacramental, litúrgica y oracional.

De este modo, la formación de catequistas a partir de las plataformas educativas de internet, está llamada a potenciar los elementos propios de la formación de catequistas, y nunca a substituirlos. Por eso considero que, como principio, debería usarse siempre un sistema mixto que combine, en las proporciones que se consideren oportunas, encuentros presenciales y virtuales.

A mi modo de ver, entre las grandes ventajas que nos ofrece internet para la formación se encuentran las siguientes:

  • nos permite llegar a más personas, sin límites de horarios y espacios: cada uno puede organizar y desarrollar su formación en el momento que mejor le resulte e incluso en lugares comúnmente no formativos (en los medios de transporte, en la calle, tomándose un café,…);
  • la posibilidad de utilizar diversos lenguajes, sobre todo audio-visuales, en combinación con los clásicos de los textos escritos;
  • permite interaccionar de manera más inmediata, sin restricciones de horarios y espacios, con el formador, favoreciendo la dialogicidad educativa y una educación democrática;
  • la posibilidad de interaccionar fuera del espacio formativo presencial con el resto de catequistas en formación, pudiendo compartir experiencias, contenidos, ideas; foros de discusión;
  • fruto de lo anterior se abre, de este modo, la posibilidad de un aprendizaje constructivo en común, entre maestros y catequistas, donde todos son sujetos activos y protagonistas de su propia formación y de la de sus compañeros;
  • permite la implicación en el proceso de las personas cercanas al catequista en formación, sobre todo cuando realiza la formación online en su ámbito familiar, así como la posibilidad de compartir sus conocimientos y contrastarse con ellos en sus lugares y ámbitos ordinarios de interacción;
  • ejercita en el catequista el hábito de la auto-formación y de la formación continua;
  • Y también, por qué no incluirlo, supone un considerable ahorro económico tanto para el usuario como para la entidad que lo realiza.

En “contra” de un tipo de formación de este estilo, aunque parezca contradictorio, se puede decir que están todas las ventajas de la fe cristiana: la posibilidad de creer, vivir, celebrar y orar la fe en común; porque no debemos olvidarnos de que el grupo de catequistas en formación es, antes que nada, una comunidad de creyentes.

Por formularlo de alguna manera, la sola formación virtual podría correr el riesgo de caer en un pragmatismo y en una instrumentalización de la formación de los catequistas, esto es, en pensar que en un catequista lo más importante es el “saber” o el “saber hacer”; dejando de lado, por el contrario, los otros “pilares educativos”: el “aprender a ser” (su identidad, su vocación, su espiritualidad y su vivencia y celebración de la fe), el “aprender a vivir y estar con los demás” (comunidad familiar, de vida, de fe, parroquial, …) y el “aprender a transformar la realidad que le circunda y a transformarse él mismo” (procesos de maduración y conversión personal y comunitaria; compromisos de transformación de la sociedad y de la cultura).

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