¿NUEVA EVANGELIZACIÓN? HABLEMOS DE JESUCRISTO

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Un itinerario de nueva evangelización y catecumenado creado en Uruguay recibe el premio Martini International Award 2016. Los sacerdotes Gonzalo Abadie y Guillermo Buzzo dan a conocer una eficaz herramienta de transformación pastoral inspirada en los escritos del Cardenal Carlo María Martini.

El 21 de mayo de 2016, el cardenal de Milán, Angelo Scola, entregó el Martini International Award a los ganadores de este premio instituido conjuntamente por los jesuitas de Italia a través de su Fundación Carlo María Martini, y por el arzobispado de Milán. Premio con el que se buscaba honrar la memoria de Martini y sondear la influencia que este hombre de vasta cultura ha dejado en todo el mundo, por lo cual se decidió en esta oportunidad convocar a participantes de cuatro lenguas (italiano, inglés, francés y español), y ya no solo de las dos primeras. Por otra parte, a las dos categorías originales (pensamiento y figura de Martini, y relación entre la Biblia y la cultura), se agregó para esta 2.ª edición una tercera: experiencias y proyectos inspirados en el modelo del cardenal jesuita fallecido hace apenas cuatro años.

Se acaban de conocer los ganadores, y el premio de esta última categoría vino a parar aquí al sur, a Uruguay, a una experiencia evangelizadora que no solo conozco bien de cerca, sino en la que me he visto involucrado de distintos modos, sobre todo en sus comienzos, hace unos diez años, en la Parroquia de Tierra Santa, en Montevideo, donde nació “el Discipulado”, que es un catecumenado (un camino evangelizador pensado para adultos) que habiendo tomado en serio el desafío planteado por el Ritual de iniciación cristiana de adultos (RICA), encontró en el estudio de un libro de Martini (“Evangelio y comunidad cristiana”), las claves para afrontarlo. Porque en este pequeño libro Martini explica que el

evangelio de Marcos fue el centro del catecumenado antiguo, y explica las virtudes de este evangelio para conducir a aquellos que querían hacerse cristianos.

El paso de “estar fuera” a “estar dentro”

La apuesta del Discipulado estuvo en esto: si fue posible en los primeros siglos de la Iglesia, ¿no lo será ahora? El Discipulado catecumenal de Adultos (DcA) —este es el nombre completo—, se apoyó en la concepción del catecumenado que Martini desentraña presente en el evangelio de Marcos, y que consiste en un pasar de fuera hacia adentro del misterio de Cristo y de la Iglesia, o sea, en un movimiento existencial, no en un conocimiento.

Y con agudeza el Card. Martini observa que eso ocurre actualmente en muchísimos cristianos que se acercan a las cosas de Jesús y de la Iglesia como de lejos. Las conocen, pero no las viven; las ven, pero no se identifican con ellas. Esto ocurre, nos puede ocurrir, a cristianos que hace muchos años estamos formalmente en la Iglesia, pero, sin advertirlo, no sentimos las cosas de Dios en el corazón, no las sentimos como nuestras. Por tanto el Discipulado, ya en sus inicios, abrió las puertas también a todos aquellos que querían entrar más adentro de la fe, conformando pequeñas comunidades integradas por adultos no bautizados pero también por cristianos “de misa dominical” que deseaban adentrarse más profundamente en la fe cristiana.

La fuerza está en el kerygma

Por supuesto que esta concepción catecumenal supone una ruptura con la catequesis entendida como mera instrucción, saber, acopio de información, programa de estudio, clases, y postula, más bien, la profundidad, y la búsqueda de un movimiento: de fuera hacia adentro. Esta fue la clave para diseñar todo el Discipulado, y cada una de las catequesis. ¿Cómo imprimir este movimiento de fuera hacia adentro a partir de este texto bíblico? La fuerza no está en la información, sino en el movimiento, es decir, en el kerigma. El RICA, precisamente, nos desafía con una catequesis basada en movimientos (pasos, puertas, grados, escalones…), y no en un saber escolar. Martini los descubre en la trama del evangelio de Marcos.

Podríamos decir que los libros del Card. Martini, tan divulgados y leídos en todo el mundo, se apoyan en este movimiento kerigmático, y por eso el Discipulado adoptó no solo la concepción catecumenal de Martini, sino también su obra material: más de una docena de sus libros sostienen los cien encuentros ideales del itinerario.

No es un programa, sino un camino existencial

Pero tal vez el sello más novedoso del Discipulado sea la metodología mistagógica, en especial su modo de proceder a través de una constelación de símbolos (no de desarrollo doctrinal, de sistema de ideas y conceptos), siguiendo la intuición de Martini, quien precisa

que Jesús no habla del mismo modo al que está fuera o lejos, que al que está cerca o dentro. Al que está lejos hay que hablarle “en parábolas”, es decir, a través de un lenguaje cargado por el símbolo (ciegos que ven, videntes que no ven, estar fuera o dentro, noche o día, seguir o volver, alto o bajo, subir o babar, luz y oscuridad, camino, mar, cruz…)

Es mucho más que apoyarse en un texto de la biblia, es poder plasmar la fe a través de una constelación de símbolos para pensar, rezar, interpretar, buscar, de modo dinámico, en un recorrido personal y comunitario, en un “sistema” que se tensa, orienta y dirige hacia el símbolo central de la constelación: Cristo, “la Imagen de Dios invisible”. Pero cada cual llega a Él a su tiempo, en su ritmo, y no sabemos previamente cuándo el catecúmeno dará ese movimiento fundamental, iniciático, hacia el centro del Misterio.

Solo cuando se ha atravesado cierto límite, cuando se ha realizado un cierto movimiento (que pone en comunión de vida), Jesús habla claramente, y el símbolo cede su espacio también a un lenguaje más conceptual, aunque sin abandonar el lenguaje mistérico del símbolo.

Una experiencia que se extiende

El Discipulado fue comprendiendo progresivamente estas cosas, mientras las practicaba y ensayaba, y tal vez por primera vez, con motivo del Martini International Award, estos tres aportes del cardenal Martini hayan su desarrollo teórico más cabal en el trabajo presentado y firmado por dos sacerdotes uruguayos: P. Gonzalo Abadie (iniciador de la experiencia junto al P. Leonel Cassarino), y P. Guillermo Buzzo. Ya el primero lo había presentado en dos congresos internacionales del catecumenado (París 2010, Chile 2014).

El Discipulado de Adultos es de por sí impulsor de espacios nuevos de evangelización. Si bien el ensayo presentado a Milán es firmado por los dos sacerdotes mencionados, son muchos los que han participado y aportado a esta experiencia que se ha ido reformulando, enriqueciendo y extendiendo en distintas partes del país. Bettina Paz, laica perteneciente al primer grupo del Discipulado, adaptó el Discipulado a los niños, y el P. Buzzo junto a laicos de la diócesis de Salto han dado un gran impulso al Discipulado, enfocándose y desarrollando una formación novedosa, inspiradas en estas mismas claves del Discipulado, una formación menos escolar y más en clave mistagógica, que asume la dimensión creativa y simbólica, y, sobre todo, el movimiento kerigmático.

El Discipulado conoce en la actualidad experiencias entre jóvenes y adolescentes, presentes también en una tercera diócesis del país: Mercedes. A todo ello ha venido a sumarse, desde hace unos años, una experiencia de primer anuncio llamado Effatá/60, ideado para realizarse una única vez en la vida, en tan solo 60 minutos, con humor, caricaturas, y noticias insólitas… Un primer anuncio que origina un movimiento: el DcA. 

 

 

Un don del Espíritu para toda la Iglesia

Cada vez más experiencias de primer anuncio y renovación de la catequesis están surgiendo en formas diversas en todo el mundo. Experiencias que no se imponen orgánicamente en la Iglesia, sino que con generosidad y sencillez se contagian de comunidad en comunidad, de parroquia en parroquia, despertando un nuevo impulso misionero y una vitalidad que no depende de los métodos, sino de cristianos nuevos, discípulos y discípulas del Señor, que se vuelven testigos de una experiencia digna de ser compartida.

Estas experiencias de nueva evangelización confirman lo enseñado por los Obispos de América Latina en Aparecida: “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. No puede replegarse frente a quienes solo ven confusión, peligro y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y la complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu” (Nº 11).

 

Fuentes de la noticia en italiano:

http://www.chiesadimilano.it/news/chiesa-diocesi/ecco-i-vincitori-del-martini-international-award-2014-2015-1.127606

http://www.martiniaward.it/

Por:     Miguel Pastorino

Fecha: 9 de mayo de 2016

En:      Aleteia

ENTREVISTA: Gonzalo Abadie explica que debemos proponer una catequesis al servicio de la iniciación cristiana

Los sacerdotes uruguayos Gonzalo Abadie Vicens (Montevideo, párroco de La Teja y director del Entre Todos) y Guillermo Buzzo Sarlo (Salto, formador del Seminario) han recibido el premio Carlo Maria Martini International Award 2016, en una ceremonia presidida por el Card. Angelo Scola, arzobispo de Milán. De este modo han sido

elegidos ganadores por un jurado de 10 miembros, integrado por teólogos, biblistas, filósofos, periodistas y artistas, sacerdotes y laicos, dos de ellos mujeres (una titulada en filosofía y teología, y la otra en ciencias políticas, ambas escritoras), un editor y exdirector del Corriere della Sera, y hasta uno de los rabinos más influyentes de Europa, amigo de Martini, así como también del secretario personal del fallecido cardenal.

Es un premio bianual instituido por los jesuitas de Italia a través de su Fondazione Carlo Maria Martini y del arzobispado de Milán, con el fin de honrar su legado y calibrar su influencia en todo el mundo.

ZENIT ha entrevistado al sacerdote Gonzalo Abadie Vicens después de la entrega del premio, para conocer más sobre el proyecto por el que han sido premiados y su visión sobre la labor del catecumenado en la Iglesia.

Han recibido el premio por el ensayo titulado: «Discipulado catecumenal de Adultos (DcA). Un itinerario inspirado en el pensamiento y la obra del cardenal Carlo María Martini». ¿Cómo surgió la idea de escribirlo?
— Padre Gonzalo: El trabajo presentado es en realidad como un palimpsesto, un texto que esconde debajo otras escrituras que lo precedieron y prepararon. No lo hemos dejado de escribir. Aquí la teoría nunca precedió la práctica.  Se vieron implicadas la una en la otra ya desde el punto de partida. Sí, conocíamos la “teoría” del RICA —el Ritual de Iniciación cristiana de Adultos—, gracias al ITEPAL (centro de estudios del CELAM, de los obispos latinoamericanos) pero, ¿cómo llevar adelante su fuerza inspiradora que confirmaba nuestros propios sueños de una catequesis significativa para los que se acercaban a conocer a Jesús, o a conocer más a Jesús? El RICA es un proveedor de sueños, pero no te dice cómo soñarlos. Meterse con el RICA (y no hay otro modo de entrar en este camino de la renovación) es meterse en un problema sumamente desafiante, porque el RICA aspira a lo alto, no a la mediocridad. Diseña un camino sacramental que busca encontrarse con otro catecumenal con el que conformar una unidad que proponga la fe como un acontecimiento que haga entrar en el Misterio, en la Vida, que deje la huella de Cristo en el corazón y la comunidad. No se puede tejer un catecumenado sin estos dos hilos. El hilo sacramental lo proporcionó el RICA, y el catecumenal, Martini. Y ya que «texto» significa «tejido», hay que decir que se fue escribiendo en todos estos años.

¿Qué significa para ustedes recibir este reconocimiento? ¿Cómo han vivido la ceremonia?
— Padre Gonzalo: Hemos disfrutado minuto a minuto. Cada premiación estuvo precedida de un audio de alguna intervención del cardenal Martini relativa al tema del trabajo que resultó ganador. En nuestro caso, su voz hablando del itinerario que ofrece el evangelio de Marcos para aquellos que quieren hacerse cristianos. Nos encontrábamos en un salón del hermoso edificio del arzobispado de Milán, en una ceremonia presidida por el cardenal Angelo Scola, sucesor de Martini. Nosotros venimos de lejos, de una Iglesia humilde y de un país pequeño. El Discipulado es un itinerario que llega al corazón de personas que encuentran la alegría y profundidad de Jesús en el interior de grupos pequeños, generalmente en alguna parroquia. Son personas con nombres, historias, cruces,

esperanzas…, y personas que sin saberlo llevan algo de Martini en ellos, porque el Discipulado está moldeado por él. La ceremonia tuvo una gran importancia simbólica y afectiva para nosotros. Martini nos ayudó a pensar la catequesis, nos ayudó a proponer la Palabra como una lámpara para los pasos de mucha gente que le está agradecida, y, para colmo, nos daba un premio en esta hermosa ciudad de Milán. Y todo esto al cumplirse diez años que iniciamos este camino evangelizador.

¿Por qué decidieron inspirarse en el cardenal Martini y su manera de concebir una catequesis de carácter catecumenal?
— Padre Gonzalo: Porque el cardenal Martini da a conocer en un pequeño libro, que es una obra maestra, cómo el evangelio de Marcos, probablemente, fue el evangelio que usó la Iglesia primitiva como el manual del catecúmeno y de los alejados de la Iglesia. Y entonces nosotros pensamos reeditar esa experiencia, pero actualizada en la perspectiva misma del cardenal Martini, que va releyendo el evangelio de Marcos. Él revela cómo entendió la Iglesia naciente la iniciación cristiana, es decir, el hacerse una persona cristiana: no como el hecho de recibir información o doctrina, o clases, sino como un movimiento existencial desde fuera hacia adentro. Muchos, dice, que se piensan como cristianos, viven su condición de tales como lejanos, distantes, extrañados de la vida de Dios y de la Iglesia. Están en la superficie, ven confusamente… No han entrado al interior de Cristo, por lo que no pueden sentir lo suyo como propio. El evangelio de Marcos es el viaje a la interioridad, donde todo se ve, donde todo vuelve a empezar en Dios. Por otra parte, Martini explica el lenguaje que debe usarse con los que están lejos: un lenguaje en misterio, velado, en parábolas, un lenguaje que no muestra todo de primera, sino que invita al descubrimiento. El catecumenado de Marcos se parece a los libros de Martini: poca información, pero una profundidad insondable. Y así es el Discipulado: de fuera hacia dentro, de la superficie a lo profundo, y un modo de comunicar el evangelio apoyado no en enunciados conceptuales, sino en la fuerza de símbolos e imágenes presentes en cada texto del evangelio. El Discipulado, que se practica también con niños y con jóvenes, no usa ningún manual, sino el evangelio. «El significado más profundo del cristianismo no se encuentra en la filosofía ni en la dogmática, sino que está oculto bajo el velo de las alegorías y de los símbolos, para revelarse al que tenga entendimiento espiritual», dice con razón el cardenal Martini. El lenguaje para iniciar no es predominantemente doctrinal, sino iniciático, mistérico, porque es el que abre a la experiencia y se adapta a todas las situaciones: «A los que están lejos se les habla en parábolas». Solo después de experimentar la fe surge la necesidad de traducirlo a categorías conceptuales o doctrinales.

¿Por qué cree que es tan importante en la Iglesia de hoy volver a trabajar en estos itinerarios de catecumenado en la formación?
— Padre Gonzalo:  Porque debemos proponer una catequesis al servicio de la iniciación cristiana, una palabra de parte de Dios que ayude a acercarse a él, a entrar en su Vida, y no lo contrario. Recuerdo ahora al renombrado catequeta europeo, Emilio Alberich, que hablaba de la paradoja de la catequesis, que lo que debería ser un proceso de iniciación cristiana, se convertía para muchos en un proceso de conclusión de la fe. Y recuerdo también al catequeta colombiano Manuel Jiménez, inspirador del Discipulado, decir que lo que hacemos como catequesis, aunque suene duro, no está al servicio de la iniciación

cristiana. El catecumenado fue la prestigiosa institución que tuvo la Iglesia antigua para no defraudar a aquellos que querían conocer a Jesús. El Concilio Vaticano II pide que se restaure aquel modo de concebir la catequesis. Eso sucedió hace 50 años. El Congreso Internacional del Catecumenado que tuvo lugar en Chile hace dos años concluyó que ya sabemos qué es el catecumenado, y que en realidad ahora necesitamos conocer experiencias concretas. Nosotros tenemos una desde hace diez años. El itinerario del Discipulado no está conformado como un sistema doctrinal, no es un programa que va cubriendo «los temas»

en extensión, sino que es un proceso que va siguiendo el curso de los discípulos en profundidad, que parten de una situación lejana y se van acercando a algo que no saben bien qué es pero que les fascina, que siempre los sorprende, y que deberán ir descubriendo poco a poco, mientras van comprendiendo que sus vidas ya no son las mismas, para entrar finalmente en el último símbolo, el de la cruz.

 Gonzalo Abadie (xabadx@gmail.com) es un sacerdote uruguayo, es párroco y dirige el quincenario de la arquidiócesis de Montevideo, el “Entre Todos”.

En:      (ZENIT – Iglesia y Religión)

Fecha:             22 mayo 2016

Por:     Rocío Lancho García

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